¡Bailemos la danza de la vida!

La palabra Biodanza proviene de la unión del prefijo bios (vida) y la palabra danza (en su acepción original: movimiento organizado y pleno de sentido) rescatando así la imagen del movimiento implícito en todo lo viviente: “Biodanza, la danza de la vida”. Esta es la definición más poética del sistema aunque también la más ajustada.
El sistema fue creado por el psicólogo y antropólogo chileno, Rolando Toro Araneda, en los años 60. La mejoría en estos casos clínicos, el estudio antropológico de las músicas y danzas ancestrales y el empeño por encontrar un sistema terapéutico que, de alguna manera, cambiará el paradigma filosófico del momento, llevó a Rolando Toro a sistematizar lo que ahora constituye la Biodanza. La definición técnica más aceptada en el momento es: “Sistema de integración humana, de renovación orgánica, de reeducación afectiva y de reaprendizaje de las funciones originarias de la vida”.

La Biodanza se asienta sobre el denominado principio Biocéntrico,

Frente al principio contemporáneo, el Antropocéntrico. En los tiempos que corren, el Hombre es el centro de la acción y del mundo, controlando la Naturaleza desde una posición externa de observador.
En el principio Biocéntrico, la Vida se convierte en el centro. Es decir, el hombre no domina a la Naturaleza sino que pertenece a ella. El hombre vive de una forma más integrada con los semejantes en un asiento de armonía, afecto y cuidado por sí mismo y por los demás. El consumo, la violencia, la competitividad, el individualismo se desplaza para dejar paso a una cultura de paz.

Herramienta 1: La Música

Las músicas que se emplean están seleccionadas bajo criterios de semántica musical. Unas generan alegría y euforia y otros estados de relajación y quietud que se van organizando en la sesión de Biodanza según una curva de activación corporal y regresión.

Herramienta 2: El Movimiento

Los ejercicios que se realizan son sencillos y cotidianos como caminar, a veces saltar, bailar con cierto ritmo aunque sin coreografías guiadas. También se realizan movimientos universales tales como acunar, saludar, dar y recibir, etc. Los ejercicios —individuales y de interacción— están diseñados para estimular los aspectos saludables del participante.

Herramienta 3: El Grupo

Este sistema necesita de al menos cuatro personas que formen un soporte humano como entorno ecológico fuera o dentro de una sala. Este punto es esencial ya que nuestra identidad se construye a través de la mirada del otro. “Existo cuando tú me miras, sin ti, yo no estoy aquí…”

Los efectos de la Biodanza se han testimoniado en dos niveles.

A nivel intrapersonal, las personas han declarado una creciente motivación por la vida, que se manifiesta en forma de alegría, entusiasmo, motivación por las tareas, creatividad tanto artística como de nuevas conductas, un mejor autoconcepto y mayor flexibilidad y determinación a la hora de afrontar, conflictos, problemas y situaciones cotidianas.

Al contrario que otras terapias, los conflictos internos se van disolviendo paulatinamente ya que se trata de sacar del individuo la parte más luminosa, lo mejor, para resolver aquellas partes problemáticas. Se trabaja desde la diversión y el afecto.
A nivel intrapersonal o grupal, el primer y más evidente efecto, es la integración del grupo. Las personas sienten la “pertenencia” a un grupo y la protección del mismo donde pueden moverse libremente sin juicios externos. Estas sensaciones progresivamente se van desplazando a la vida del día a día donde la expresión emocional y el afecto por y hacia los otros se va haciendo más evidente. Las personas no sienten miedo al mirar a los ojos de los otros, a sonreír, a tratar con amabilidad a los demás, a marcar límites sin violencia.

En realidad, después de una práctica regular semanal de la Biodanza, todo parece más fácil, los pensamientos van cambiando hacia la positividad y la vida es más agradable de vivir.